Digale NO a contar si le duele la panza*
Amor, falta del mismo, esperanzas, cumpleaños que se acercan, recuerdos de la niñez y fantasías.
Siempre me gustó escribir de una manera espontánea. No me suele seducir la idea de sentarme, pensar y despues escribir.
Lo único que quizás pueda pasar es que si la situación no se presta para sentarse a escribir, ya sea acá en el blog o en papel, soy capaz de hacer notas mentales para no olvidarme, anotar palabras claves en boletos de colectivo y otras manías para no perder el hilo.
Pero llega un punto que la escritura vivencial se agota. O por lo menos se suspende. O cansa. Ojo no se si a los demás -porque siempre el otro tiene la posibilidad de no leer- sino a uno mismo.
Pero lamentablemente siento que siempre caigo en mi lugar común. Lo peor es que muchas veces estoy tan enroscada que no me doy cuenta de las cosas que pasan a mi alrededor. Descuido lugares importantes y mas que nada gente valiosa y me doy cuenta cuando es tarde. Pero finalmente lo hago. Y pido disculpas.
*Este post esta dedicado.