Tengo una buena elección para contarles

La conclusión del día fue: "La democracia bien entendida parte de la incomodidad de sus protagonistas y fulmina el buen ánimo de la gente".

Como llegué a esta afirmación...
Big day. Elecciones en la Argentina. Conmoción en los medios. Picazón popular.
Dicen que las primeras veces dejan mucho que desear. Si uno lo mira retroactivamente, y lo piensa con tranquilidad casi que está de acuerdo con eso.

Hoy fue mi primera vez como "persona en ejercicio de sus deberes ciudadanos".
Ir a votar fue simplemente una aventura.
Al llegar al colegio Lincoln de La Lucila, mis tiernos ojos observaron una incipiente fila de unas 50 personas –hombres y mujeres todo junto- que se extendía sobre esa paqueta vereda.
Si, la fila era sólo para entrar al colegio. El sol iluminaba mis esperanzas pero también acaloraba los ánimos de la masa expectante.
Una vez llegada a la fila de la "High School" unos muchachos uniformados y provistos de lujosos "handys" ("me copias Sanchez? me copiás?) te informaban que las mesas iban lentas y que lo único que se podía hacer era esperar.
El curioso tip que se olvidaban de comentar es que las mesas eran anunciadas al grito de “que pasen 4 o 5 para la mesa 5285” y esa era la organización establecida para dirigir el evento. Por lo que aquellos que se encontraban en la puerta se sentían un poco incómodos por los individuos que pasaban por su derecha y se transladaban sin mas a la mesa correspondiente.
Debates entre gente entrada en años infaltables. Señores llenos de testosterona ensordecidos por las ganas de votar. Un ámbito muy atractivo para votar.
Mi mesa 5284. De terror. Al llegar al bonito pasillo del colegio; enarbolado con dulces propagandas de las actividades progres que se desarrollan en el establecimiento, descubrí un panorama muy poco feliz.
Tres señoras “de su casa” discutían el método más eficiente para buscar a los nn en los padrones. Es más, una afirmaba la facilidad de buscarlos usando los últimos 3 digitos del DNI. Impensable. Luego nos dimos cuenta que estas personas, suerte de "atentado contra el electorado"habían entregado sobres sin sello ni firma, con lo que cualquiera pudiera pensar que esos votos serían en unas horas MUY IMPUGNADOS.
Finalmente recibí mi sobre. Voté.
Pero la aventura no termina ahí. 3 horas después de mí llegada al colegio, había otro problema. Gracias al bien organizado sistema de seguridad yo llegaría 2 horas tarde a mi trabajo. Nadie quería firmar nada, digamos que yo no necesitaba una validación científica ni que un juez de Nación que contemplara mi situación. La clave era la justificación de la ineptitud. Pero una vez más, no había respuestas y nadie a quien acudir por ayuda.
Finalmente conseguí que al lado de mi sello en el DNI, pusieran el horario en el que me estaba retirando. No fue mucho. Pero sean eternos los laureles que supe conseguir.